Desde que lo conocí, siempre he admirado y envidiado a las familias que educan a sus hijos en el hogar... a lo largo de una año he podido ser una de ellas.

Creo que la educación debería estar centrada en el niño y no en el sistema, así criaríamos a niños más felices y capaces. Creo en mis hijos y quiero hacerles ver que todo es posible, que es cuestión de intentarlo.



16.4.11

¿Cuento o realidad?

Blogueando un rato me he encontrado en homeschoolenpuebla con un "cuento" que me ha dado muchísima pena. Puede que parezca una tontada, pero eso es lo que he sentido con el final. Hago una entrada con él para que no se me pierda, para tenerlo a mano cuando quiera recordarlo, y porque también es un "por qué" de por qué quiero educar a mis hijos con libertad.

Este es el "cuento":

      "Había una vez, un niño pequeño que comenzó a ir a la escuela. Era bastante pequeño y la escuela muy grande. Cuando descubrió que podía entrar en su aula desde la puerta que daba al exterior, estuvo feliz y la escuela no le pareció tan grande. Una mañana, la maestra dijo:
- Hoy vamos a hacer un dibujo.
- ¡Qué bien!- pensó el pequeño-.

Le gustaba dibujar y podía hacer de todo: vacas, trenes, pollos, tigres, leones, barcos. Sacó entonces su caja de lápices y empezó a dibujar, pero la maestra dijo:
- ¡Esperen, aún no es tiempo de empezar! Aún no he dicho lo que vamos a dibujar. Hoy vamos a dibujar flores.
- ¡Qué bien! -pensó el niño.

Le gustaba hacer flores y empezó a dibujar flores muy bellas con sus lápices violetas, naranjas y azules. Pero la maestra dijo:
- ¡Yo les enseñaré cómo, esperen un momento! - y, tomando una tiza, pintó una flor roja con un tallo verde. Ahora -dijo- pueden comenzar.

El niño miró la flor que había hecho la maestra y la comparó con las que él había pintado. Le gustaban más las suyas, pero no lo dijo. Volteó la hoja y dibujó una flor roja con un tallo verde, tal como la maestra lo indicara.

Otro día, la maestra dijo:
- Hoy vamos a modelar con plastilina.
- ¡Qué bien! -pensó el niño.

Le gustaba la plastilina y podía hacer muchas cosas con ella: víboras, hombres de nieve, ratones, carros, camiones; y empezó a estirar y a amasar su bola de plastilina. Pero la maestra dijo:
- ¡Esperen, aún no es tiempo de comenzar! Ahora -dijo- vamos a hacer un plato.
- ¡Qué bien!- pensó el pequeño-.

Le gustaba modelar platos y comenzó a hacerlos de todas formas y tamaños. Entonces la maestra dijo:
- ¡Esperen, yo les enseñaré cómo! - y les mostró cómo hacer un plato hondo-. Ahora ya pueden empezar.

El niño miró el plato que había modelado la maestra y luego los que él había modelado. Le gustaban más los suyos, pero no lo dijo. Sólo modeló otra vez la plastilina e hizo un plato hondo, como la maestra indicara.

Muy pronto, el pequeño aprendió a esperar que le dijeran qué y cómo debía trabajar, y a hacer cosas iguales a la maestra. No volvió a hacer nada él sólo.

Pasó el tiempo y, sucedió que, el niño y su familia se mudaron a otra ciudad, donde el pequeño tuvo que ir a otra escuela. Esta escuela era más grande y no había puertas al exterior a su aula. El primer día de clase, la maestra dijo:
- Hoy vamos a hacer un dibujo.
- ¡Qué bien!- pensó el pequeño, y esperó a que la maestra dijera lo que había que hacer; pero ella no dijo nada. Sólo caminaba por el aula, mirando lo que hacían los niños. Cuando llegó a su lado, le dijo:
- ¿No quieres hacer un dibujo?
- Sí -contestó el pequeño-, pero, ¿qué hay que hacer?
- Puedes hacer lo que tú quieras - dijo la maestra.
- ¿Con cualquier color?
- ¡Con cualquier color - respondió la maestra-. Si todos hicieran el mismo dibujo y usaran los mismos colores, ¡cómo sabría yo lo que hizo cada cual!

El niño no contestó nada y, bajando la cabeza, dibujó una flor roja con un tallo verde."

4 comentarios:

  1. Quisiera creer que simplemente es un cuento pero se parece mucho a demasiadas realidades, por desgracia.
    Buen fin de semana.

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  2. Al menos ese niño dibujaba... A los míos en sus años de infantil parece que solo les permitían colorear y rellenar fichas (!!). Y con la plastilina tenían que hacer churros y bolitas para desarrollar la "motricidad fina". A mí me parece que la pedagogía infantil ha hecho más daño que otra cosa.
    Muy buen cuento y, lamentablemente, como dice Marhya, demasiado parecido a la realidad.
    Un beso
    Gemma

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  3. Hola!...
    Nos ha gustado tanto el cuento, que hemos creado una entrada en nuestro blog enlazando con él... porque seguro que está hecho con el corazón...
    Esperamos que te guste nuestra idea ;-D
    http://mininyabonita.blogspot.com/2011/04/una-historia-para-pensar.html
    Un saludo,
    Rosa

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  4. Hola!!! Yo lo leí el día que lo publicaron también y es que se me hizo un nudo en el estómago y ahora que te leo me he vuelto a acordar. buf!!! mi hijo pequeño siempre dibuja lo que quiere y como quiere a sus 3 años. Nosotros ni le proponemos ni nada, el pinta perros naranjas, caballos rojos, soles azules, perros dálmatas con manchas de colores... todo su mundo en su libreta que llevamos a todas partes.

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